El 80% de los residuos que inundan los mares llegan por desidia en su recogida y reciclaje, pero hay otras formas de contaminación de las aguas menos visibles e igual de preocupantes
Cuando era niño, a Marion Henry le gustaba levantarse y correr a la playa para recoger los frutos secos que caían de los árboles junto al océano Pacífico. Le encantaban las almendras. Hoy, Henry es ministro de Desarrollo de los Estados Federados de Micronesia. Y si se acerca hasta la playa de su isla natal en Chuuk, ya no ve almendras. Solo plástico por todas partes.
Episodios terriblemente llamativos como la ballena muerta en Noruega que tenía 30 bolsas de plástico en el estómago despiertan temporalmente la conciencia sobre la polución marina. Alertan de que los mares no son ese pozo sin fondo para acumular porquería que algunos pensaban. El océano sí tiene fondo, y también está contaminado por la acción del hombre. Literalmente. Las fosas de las Marianas tienenniveles «extraordinarios» de compuestos usados en electrodomésticos.
Pero, mientras esos ecosistemas abisales necesitarán «siglos o milenios» para recuperarse de la contaminación —según Kristina Gjerde, de la Unión Internacional para la Conservación de la Naturaleza— la alarma social dura más bien poco. Por eso, en la primera jornada de las Conferencia de los Océanosorganizada por Naciones Unidas en Nueva York, el representante de la agrupación de pequeños Estados insulares (los más amenazados por el maltrato a los océanos) Al Bingar pedía que toda la discusión sobre la contaminación fuera más allá de un momento en Instagram. «Necesitamos compromisos a largo plazo si queremos que las nuevas generaciones sobrevivan», añadía.